PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y CLÍNICASOCIAL,ACERCAMIENTOS DESDE UN ESCENARIO DE COMPLEJIDAD
José Alonso Andrade Salazar
Universidad San Buenaventura Medellín - Extensión Ibagué / Colombia
Referencia Recomendada: Andrade-Salazar, J. A. (2012). Psicología comunitaria y clínica-social,
acercamientos desde un escenario de complejidad. Revista de Psicología GEPU, 3 (2), 158 – 175.
Resumen: Este artículo tiene como objetivo establecer una acercamiento al concepto de clínica socialdesde un escenario crítico, con base en la teoría de la complejidad y los aportes de Joel Otero encuanto estética y psicología. La clínica social desde un escenario de complejidad se ubica como unaopción transdisciplinar de análisis del fenómeno social en las colectividades al tiempo que, comopractica de intervención posibilita la (de)construcción de los elementos de dominación adscritos a ladinámica del Biopoder, generando espacios de reflexión comunitaria y estructuras de sostén socialcon base en vínculos, redes y ecologías mentales, por lo que se constituye en un dispositivo liberadorpara las comunidades.
Palabras Clave: Clínica Social, Psicología Social Comunitaria, Psicología Crítica Social, Psicología de
la Liberación.
Introducción
La psicología comunitaria surge como una forma de psicología aplicada al escenario de lacomunidad y la sociedad, Rappaport (1977) la define como la búsqueda de alternativas deintervención anexas a las normas sociales establecidas; una posición que contrasta lo anterior,indica que lo comunitario no se reduce a la intervención, pues la interacción mutua entrepersonas, instituciones y ambientes naturales o artificiales, amplia las posibilidades deentender lo psicosocial, desde los múltiples contextos del saber y del quehacer comunitario.Así reducir lo comunitario a lo normativo, conlleva reinstituir la característica homogenizantede estados-naciones, cuya democracia es heredera de muchos errores dictatoriales, que seimponen como modelos operantes de dominación en un escenario de democratización de laimpunidad (reelecciones políticas, censuras de los medios de comunicación, manipulación de loscontratos, expropiación, destierros, ejecuciones extrajudiciales, silenciamientos, leyes deperdón y olvido, etc.); dicha trama de eventos encuentra su máxima expresión en la negaciónparcial o total de los derechos ciudadanos, es decir en el estado de excepción (Agamben,1998). A razón de esto la clínica social impulsa el paso del sujeto-biopolítico al sujetocomunitario,lo que implica la (de)construcción en los colectivos, del pensamiento ideológico delestado, como también de la alienación introyectiva, que funciona como dispositivo de controlbajo condiciones de exclusión y violencia; por consiguiente, la dinámica interaccional de lasinstituciones modernas emerge en contraposición, a las estructuras históricas de organizaciónpolítica en las comunidades tradicionales, generando desde el inicio de la relación comunidadestado,un conflicto de base cuyas características estructurales alteran el sentido manifiestode la memoria histórica (Das & Poole, 2008; Das, 1997), situación que se deriva en la formaciónde una insatisfacción ontológica generalizada, respecto al modo como se reorganiza la realidadsocial desde el discurso biopolítico.
Es importante mencionar que la biopolítica como modo de abordamiento político, es unacaracterística indisociable de la forma liberal de gobierno (Foucault, 1998), expandida desde elsiglo XVIII hasta nuestros días; dicha particularidad establece su praxis en la dinámicareproductiva de los procesos, prácticas y mecanismos de intervención del estado sobre la vidade comunidades, cuya pluralidad de conflictos emergentes desde un plano socioeconómico ypolítico, imprime a lo social una complejidad inherente a razón de la multiplicidad de intereses,territorios de encuentro y actores sociales que se vinculan en la trama social (Cobo, 2012); asíla posibilidad de gobernar biopolíticamente tiene como meta el control de la ?variación yaleatoriedad? (Castro, 2007) de las diversas formas de interacción y reproducción de la vida, que resultan peligrosas para el mantenimiento homeostático del ?orden social que el nuevo arteliberal de gobernar se esfuerza por preservar? (Miranda, C. 2012, p. 213). En este sentido labiopolítica comporta un factor estético, vinculado a la formación crítica del juicio sobre elcuerpo y sus relaciones con otros (personas, grupos e instituciones), espacio en el que elsíntoma y la enfermedad se abren paso como corolario de la variación social de las relacionesque el Biopoder instala. La clínica social posee el potencial interpretativo y explicativo, paracuestionar desde un escenario de complejidad el orden social que interviene el cuerpo y susrelaciones, a través de un acercamiento a la sensibilización estética, aspecto que de acuerdocon Otero (2010, 2010a) debe sumarse a la Psicología propiamente dicha, abriendo paso a unapropuesta donde la mirada y la escucha, conlleven al re-direccionamiento de lo nocional(impuesto al cuerpo) y la categorización del padecimiento, llevando la clínica hacia un escenariosensorial de desdoblamientos psíquicos inherentes, no reductibles a la mera interacción social, los diagnósticos o a la crisis de los sistemas sociales (Otero, J. 2010).
El Biopoder deja de lado el ideal democrático y legitima las inequidades en el sistema social,llegando a impactar la organización comunitaria a través del lenguaje digital (adscrito a lapreservación y reproducción de las normas políticas), y analógico (ligado a la representaciónsomatopsíquica de las leyes y los fenómenos sociales), lo cual hace del ?sentir? como funciónpsíquica, una actividad mental influida y condicionada por complejos mecanismos ideológicos dedominación o aparatos ideológicos de estado (Althusser, 1971). En este sentido la clínica sociales una invitación de ruptura de dicho condicionamiento, entendiendo que la psicología y laestética (Otero, J. 2011a) como campos epistémicos unidos en el escenario de intervención,provocan el surgimiento de una ciencia del ser, en la que se conjuga el sentimiento, la belleza,el gusto por la forma y el análisis de los trasfondos sociales de las movilizaciones de sentidos.Estos fenómenos son propios del sincretismo cultural y la globalización, aspectos que fomentanun nuevo campo de la experiencia y del conocimiento, en cuyas complejidades el objeto escomprendido de formas múltiples y diversas, a través de una actitud cognoscente hacia elmundo (Morin, 1994;1995), que disipe dos ilusiones cognoscitivas en el pensamiento complejo: lasimplicidad categorial o generalización de los fenómenos sociales, cambiándola por unabúsqueda orientada a la claridad, distinción y precisión en el conocimiento; y la confusión entrecomplejidad y completud, la cual disgrega el pensamiento (Morin, 1995), desorden que seresuelve cuando se genera un pensamiento multidimensional que evita la omnisciencia, puestoque ?la totalidad no es verdad? (Adorno, 1960)por lo que se requiere reconocer en los objetos del conocimiento, los principios de incompletud e incertidumbre.
La posibilidad de conocimiento en la clínica social, obliga que el análisis de lo diverso en cuantodialéctica del síntoma biopsicosocial (y no diferente en cuanto patología), llegue a los limitesposibles del saber comunitario y social hasta trascenderlos es decir, ubicando lasmanifestaciones de legitimidad comunitaria en un Metalugar, donde los sujetos crean-analizanintegrany relacionan los objetos y sus circunstancias, a través de sus realidades biopolíticas, logrando construir en el encuentro comunitario, la reflexión social y la preservación de lamemoria de sus formas y contenidos estéticos. La clínica social posibilita los elementosdiscursivos necesarios, para llevar a cabo una transformación gradual de las estructuras depoder, y las circunstancias de dominación social entramadas en su historia colectiva. Por ello elmétodo de pensamiento ?relacional? (Morín, 2010), ubica el saber en los límites delconocimiento comunitario como posibilidad dialéctica de reconocimiento de sí mismo y del otrocomo un legítimo otro en la convivencia, puesto que el metalugar implica ante todo, una actitudcognoscente y dinámica hacia el mundo, a fin de entender los objetos de conocimiento en sudinámica intrínseca, múltiple y diversa. Para Morín la complejidad expresa en sí, la confusión almomento de definir de forma simple el orden de las ideas, por lo que dicha complejidad esaparente, si se toma en cuenta que el conocimiento científico en las ciencias sociales, ha tenidocomo misión ?resolver la supuesta complejidad del análisis del fenómeno social?; esta condiciónen el ámbito comunitario es superado por la clínica social, cuando ésta invita a confrontar elreto de lo complejo, a través de la comprensión de los límites en las relaciones inter eintracomunitarias, y las insuficiencias en los modos sociales y modelos explicativos, usados paraentender las dinámicas eco-eto-antropológicas de las comunidades en diversas condiciones de vulnerabilidad.
En relación a este aspecto la relación entre psicología comunitaria y estética, busca unaintegración de las grandes formas simbólicas presentes en la cultura (Cassier, 1964 ) a fin deentender la dinámica de las relaciones sociales, en un plano de intersubjetivación de losobjetos, a través de un pensamiento direccionado a la transformación biopsicosocial del ser enfunción de dichas formas; así, la estética psicológica opera en función de la representación deestos elementos en el plano psíquico (Otero, 2012),tomando en cuenta la variabilidadinterpretativa, de las formas dialécticas de entender el cuerpo en el plano comunitario, yasumiendo desde este escenario de lenguaje, la constitución de un sistema poiético (acciónproductora, creadora sujeta a las reglas del objeto en relación al sujeto). Dicho esto, uno delos objetivos de la clínica social es la (de)construcción (Derrida, 1972 ) de la operatividaddestructiva de la biopolítica, la cual presenta un funcionamiento perverso, que reproduce através de la ideología, las diversas formas de dominación intersubjetiva; la propuesta buscatransformar el sentido del Biopoder (terrorista-destructor), en una suerte de sistemasorganizados e interconectados en función de lo vivo, es decir en pro de su preservación; porello al afirmar que los fenómenos biopsicosociales resultan en el maniobrar de los sistemas o enlas contingencias propias de su operar como tales (Maturana, 1997, 1998), es pensar al serhumano y la sociedad como sistemas de segundo y tercer orden, en tanto que como sistemasAutopoiéticos de orden superior se ejecutan a través de la realización de la Autopoiesis de suscomponentes (Maturana, 1998), al tiempo que los sistemas de primer orden (células), tienen sucategoría autopoiética propia y preparan los escenarios de singularidad, para que cada proceso sea independiente (no regulado por el observador externo al fenómeno), irrepetible (experiencia y objetividad sin paréntesis) e irremplazable (solo puede ser categorizado porquien lo experimenta).
De suyo es importante mencionar que una condición social determinada (fenómeno, hecho ocorriente social, Durkheim, 2001) puede ejemplificarse a través de la conjunción multifactorialcontingente, formada por procesos históricos y eventos emergentes, que se interconectan yreactualizan a través del lenguaje en una comunidad, llegando a comportar una validezindependiente y propia, de modo que cada persona y colectividad es embestida por dichascondiciones y sus singularidades, lo que establece un espacio en el que lo estético, a modo dereflejo no enteramente fiel de las tendencias culturales de la sociedad, hace posible en laforma artística inscrita a toda interacción social, lo impensable e inefable de los hechossociopolíticos, es decir visibiliza en la conexión social, la interacción de la comunidad con elcontenido ideológico que lo embiste, lo que resulta en una posibilidad de trascender latecnificación de las relaciones sociales (Adorno, 1970); lo anterior se enlaza a lo estético,articulándose a la vida emocional de las personas y definiendo la forma como se explican lossaberes, dolencias, oposiciones y las experiencias vitales con los valores y los derechoshumanos (Morris, 1956). Lo inefable es parte del sistema autopoiético constituyéndose en ?unespacio de comunicaciones que se parece a lo que distinguimos al hablar de una cultura? (p. 19)por lo que la clínica social es también, una puesta en marcha de procesos de empoderamientosocial-comunitario, que transforman la regulación biopolítica de sistemas sociales, que operannaturalmente en una coordinación de coordinaciones conductuales, y son inseparables deprocesos de ajuste e irregularidad del sistema. La Autopoiesis abre espacios de posibilidad deresignificación de las condiciones de opresión, adheridas a un Biopoder que controla la salud yel ?cuerpo de las clases mas necesitadas para que sean más aptas para el trabajo? (Foucault, M.1996, p. 105); por tanto la clínica social como posibilidad operativa de la estética psicológica es pues, una psicología de la liberación.
Cabe indicar que desde un escenario de complejidad, los fenómenos sociales humanos se tornancomplejos en la medida que emergen de la interacción biopsicosocial, y a partir de la dialécticaintrínseca a los procesos de cambio histórico-comunitarios (Ochoa, Olarzola, Martínez, 2004),posibilitando el análisis eco-eto-antropológico de las realidades psicosociales, y los procesos detransformación comunitaria, que les dan sentido operativo en plano sociocultural y político; poresto el primer punto a preciar en la clínica social, es la complejidad del modo en que el serconstituye su ecosistema, y cómo dicho ecosistema modifica sustancial y gradualmente suidentidad, y por ende su condición estética; así, la intervención clínica-social supera latendencia al diagnóstico que rotula, ubicando la condición humana en un escenario de encuentrodiscursivo, en el que el otro es reconocido como legítimo otro en la convivencia a través de lacomunicación y el lenguaje, puesto que ?el lenguaje se constituye cuando se incorpora al vivir,como modo vivir este es un ir de coordinaciones conductuales a coordinaciones conductualesque surgen en la convivencia como resultado de ella? (Maturana. 1990, p.55). Una de las posturas próximas a la clínica social es la clínica Ecoetoantropológica (Bateson, 1999;Miermont, 1987), la cual busca comprender los sistemas naturales y artificiales de los vínculos,al tiempo que el sentido de las asociaciones culturales y sociofamiliares que resultan de dichasinteracciones, tomando en cuenta que desde el punto de vista biológico y social, existencondiciones estructurales que sólo se desarrollan y explican, si están situados en una matrizestructural de contenido diverso, que trascienda la oposición entre ciencias biológicas yciencias humanas. Para Miermont (1987) de dicho encuentro surgen nuevas orientacionesteóricas tales como, teorías de la comunicación (Berger & Luckman, 1979), de la cognición, de lacomplejidad y de la autonomía, en las que el fenómeno social tiene una connotación multisistémica indisociable al devenir sociopolítico de la comunidad.
De suyo la clínica social busca en la teoría de la complejidad un escenario de comprensión(acción-reflexión) posible, de la naturaleza de la interrelación e interdependencia de lascomunidades con las instituciones sociales, cuyas acciones al interior de sus interaccionesgrupales, determinan la particularidad intersubjetiva de sus relaciones a nivel sistémico, tantoen los ambientes naturales como artificiales (Miermont, 1987). Por ello al ajustar losparámetros praxicos de ésta teoría, la condición operativa de la clínica social en el ámbitosocial-comunitario obliga el análisis e implementación de cinco procesos: Autoorganización(tendencia a buscar la reconstitución del sistema, porque la enfermedad mental es emergentedel desajuste social y la dificultad de auto organización de las comunidades); Autonomía(condición volitiva que favorece la toma de decisiones, la aplicación de medidas de sosténcomunitario, el empoderamiento y la liberación de estigmas, prejuicios y posibilidades dedominación histórica); Inseparabilidad (Lo biopsicosocial es indisociable, al igual que acción einteracción, formas estéticas y trasfondo social); Interferencia entre objetos/sujetos(refiere al cambio mutuo entre sujetos y medio ambiente, la obstrucción y el cambio inherentea toda relación social), y Cismogénesis, termino acuñado por Bateson (1999), con el que indica lainterrelación de los conceptos de simetría y complementariedad, como básicos para entender laHomeostasis en las relaciones sociales, tomando en cuenta que la enfermedad mental desde uncontexto que coarta lo clínico social, surge de lo que Bateson llamó: ?conglomerado de ideasinmanentes?, cuya quietud paradigmática y procesual inhibe la trascendencia y por ende, laformación de una ?ecología de la mente? (Bateson, 1999) que permita la inclusión de laalteridad, el síntoma como posibilidad (de)constructiva del orden social, y el encuentro como escenario de cambio interaccional.
Acercamiento Clínico
La clínica social tiene como fundamento la psicología social crítica, entendiendo que la realidadsocial emana de la superposición de lo real (inefable) sobre lo evidente o dado en el discursobiopolítico, condición susceptible de cambio a través de la comunicación y el lenguaje liberador,adscrito a las diversas manifestaciones (de)constructivas de lo absurdo (violencia, terrorismo, silenciamientos, ilegitimidad, segregaciones, etc.); de suyo la realidad de las comunidadespresenta características que hacen cognoscible una determinada perspectiva sociocultural,cuya dinámica de movilidad simbólica e imaginaria, se constituye en el basamento de la realidadque vivencian; así la factibilidad de análisis de los fenómenos sociales se monta sobre un tipoconcreto de conocimiento histórico/tradicional, y se apuntala en las diversas complejidadesteóricas. Tradicionalmente dichos análisis se soportan sobre la interconexión positivista detres elementos: el empirismo, la lógica y el control (Alaminos, 2005), los cuales abren paso a laobservación, la racionalidad y la experimentación. Cabe mencionar que la clínica social realizauna resignificación de estos elementos, rescatando de ellos la visión de conjunto y la claridadexplicativa de los hechos sociales, pero bajo perspectivas dinámicas de cambio y contingencia,cuyos axiomas interpretativos plantean un referente de investigación-intervención dinámico,móvil y en constante construcción, que obliga al replanteamiento frecuente del lugar que ocupael sujeto en el mundo, y de las categorías sociales con las que se interpreta los fenómenoshumanos, y las estructuras políticas adscritas a su devenir biológico. Dicho esto elconocimiento de la vida comunitaria por la comunidad misma, construye una realidad que solopuede ser vivida desde los parámetros de la convivencia y la aceptación del otro, por lo que elabuso de poder y el terrorismo, se constituyen en la enunciación nomotética del exterminio, enespacios o campos donde los ordenamientos biotecnológicos, se transforman en proximidades ytranslaciones de la realidad comunitaria, a nuevas virtualidades ideológicas del saber y del quehacer social.
La intervención en las comunidades, tiene parámetros propios y una identidad del psicólogosocial, que incluso determina su personalidad, las aptitudes y las practicas de intervención anivel comunitario; por ello la psicología comunitaria en el espacio clínico social, busca eldesarrollo de la actividad prosocial, en un proceso mediante el cual las comunidades adquierenun mayor entendimiento sobre su medio ambiente, las relaciones intercomunitarias con elestado, y los procesos de participación-interdicción con las instituciones que lo componen;grosso modo se requiere considerar que la clínica social, promueve practicas discursivas ymotilidades en lugares naturales o artificiales, donde la comunidad y sus diversos integrantes,se sostienen sobre andamiajes psicoafectivos que entrelazan y anudan el lenguaje (lenguajear),superponiendo y mezclando sus motivaciones inconscientes, a través de la sensibilidad estéticaque emerge del encuentro con el otro. Estos elementos configuran dispositivos sociales quetraspasan la noción de control del estado y de síntoma, por lo que la dolencia existe pero no selimita a lo espacio-temporal, tiene un orden pero emerge para cambiar el ordenamientobiopolítico expresado por el cuerpo a través del dolor, es percibible pero no se limita a lossentidos, y es verificable empíricamente pero no se aliena en la experimentación, pues va másallá de la repetición experimental es decir, se instala en la irrepetibilidad de la experiencia y la(de)construcción de la realidad, por medio de la inclusión de realidades alternativas de lenguajear que emergen en planos diversos de la corporalidad y la subjetividad interpersonal.
Lo expuesto logra reconfigurar el modo singular como la comunidad da cuenta del mundo y lainteracción de cada encuentro humano, abriendo paso a una clínica de lo social, que traspone elacuerdo objetivo respecto al signo y al síntoma, y ubica ésta relación en la posibilidad detrasgresión de sus limites, en un metalenguaje que escenifica la fragilidad del sistema de creencias y la ideología impuesta que sustenta sus practicas.
Lo anterior busca llevar al sujeto comunitario a su desujetación, al plantearle la oportunidad deentender lo que le sucede a través del sentir de las realidades en su ser es decir, en relación ala configuración particular de su dolencia histórica y sociocultural. Para Joel Otero la clínicasocial ?se trata sí, de una oferta transdisciplinar que recoge, en un sólo movimiento, lamultiplicidad de los despliegues y la variedad de los diversos aportes de la Psicología ? (p.5), así,va mas allá de lo intersubjetivo ubicándose en un lugar que resulta indeterminado desde el quees posible suscitar un cambio psicológico que viabiliza la (de)construcción de las nociones derealidad sociopolítica, anexas a los procesos de socialización, lo que de manera análoga afectael hábitat, las relaciones individuo-grupo y grupo-sociedad. De acuerdo con Sánchez (2002) lapsicología social utiliza el conocimiento como instrumento de impacto, e intenta modificar elorden social, por ello la necesidad de hallar consenso respecto al concepto de bienestarcomunitario, el cual según Maritza Montero (1984) incluye la confluencia de tres tipos denecesidades: personales (salud, autodeterminación), relacionales (oportunidades decrecimiento) y colectivas (atención en salud, alcantarillado, igualdad económica, etc.), por loque dicho bienestar depende en gran medida, de la división equitativa de los recursos de lasociedad, división que se constituye en una ficción siempre anhelada. Montero entiende elbienestar social, en función del desarrollo humano y ?en términos de propiedades mutuamentereforzadoras de las cualidades personales, relacionales y sociales? (p.6), lo cual puedematizarse en la ejecución de tres proyectos: una psicología de la ciudad, el método clínicoestético y una terapéutica de lo social (Otero, 2011); dicha praxis en palabras de AlfredoMoffat (1999) se puede centrar ?en los desaparecidos sociales y los desaparecidos desiempre?, en los alienados, señalados, los excluidos y aquellos a quienes los servicios de salud nocobijan, debido a la precariedad económica de su condición humana, y a razón de la riqueza desu capacidad para transformar entornos socialmente inhabitables, es decir de aquellos enquienes los imaginarios de exclusión se arraigan convirtiéndose en escenarios de imposibilidad de inclusión.
En estos contextos la clínica de lo social dirige su atención a la condición vincular de la familiacomo propiciadora de los elementos psicosociales de conformación, reproducción ysostenimiento del tejido social cohesionantes en cuanto redes, vínculos y ecologías mentales,así la familia se constituye en el elemento dinamizador -mas que mediador- de las relacionesentre comunidades e instituciones sociales. Según Robert D` Laing (1979) la familia ha caídoen una especie de disolución constante, donde sus miembros parecen haber ingresado a unarelación reciproca que en muchos aspectos se asemeja a una relación hipnótica, en la que se actúa automáticamente, lo cual complejiza en el ambiente natural de la familia, la posibilidaddiversa de generar representaciones, abordajes y ordenamientos sociales asociados alaprendizaje a partir de los conflictos, derivando en la problematización de dichas realidades,la responsabilidad de la transformación del ordenamiento Biopolítico. Las condiciones deconflicto sociofamiliar pueden ser abordadas desde lugares multidisciplinares, en los que seacuda a los criterios de autoridad histórica, al peso de la tradición sociocultural, la revelacióndel sentido comunitario de lo humano, la intuición significante y a otras formas de conocimientono empíricas lo que evita el veredicto, el ultimátum, o la homogenización de los afectos y lassubjetividades. En el sentido transdisciplinar el rol del psicólogo y de otros profesionales en laintervención clínico social, es el de agentes de cambio de los modos heteronómicos de sentir yconvivir en sociedad, fortaleciendo los procesos (de)constructivos de la realidad psicoafectivavivida por la comunidad, lo que conlleva acciones direccionadas a la resignificaciónconscientizante de las vivencias individuales y grupales, al tiempo que una reconceptualizaciónde las formas comunitarias de reaccionar ante las exigencias biopoliticas del estado y susinstituciones. De suyo dicho rol va mas allá de la mera clasificación sintomática, permitiendodiseñar modelos interpretativos y de intervención sobre la realidad comunitaria, cuyo carácterreformador, amplíe el conocimiento respecto a las dinámicas y movilizaciones sociales,permitiendo restituciones vinculares del tejido social, además de la implementación de unaarquitectura social, construida desde lo colectivo-comunitario que posibilite crear nuevosescenarios de encuentro para valorar, pensar, sentir, intuir, y operar consensualmente a través de la red humana de interacciones interinfluyentes.
En la interacción afectiva resignificante propia de la clínica social, las intervenciones buscanpropiciar en la comunidad, una modificación paulatina del ordenamiento biopolítico, y de lassituaciones límite añadidas a incidentes repetitivos de vulneración de los derechos. Lacomplejidad en la clínica social, más que un propuesta es un desafío que confronta y haceposible, superar la dominación ideológica a través del pensamiento complejo, el cual surge de latensión permanente entre el saber inacabado y la incompletud del conocimiento (Morin, 1995),tracción que anima en el pensamiento multidimensional, la búsqueda de respuestas múltiples, denuevos cuestionamientos y practicas novedosas de convivencia a partir de lo uno y de lomúltiple. Lo clínico social aborda temas como el individualismo, competencia, aislamiento,señalamiento, discriminación social, apatía y dependencia política, abriendo paso a unaconciencia afectiva-regulativa de lo social (matristica) con el fin de (de)construir el dominioideológicototal (patriarcal), a través de deslizamientos y movilizaciones significantes, en lasestructuras de relación matristica-patristica, para llevar el encuentro con el otro a contextossociales de legitimidad, mismos que fueron desplazándose por efecto de la fuerza delpatriarcado y la organización represiva (Marcuse, 1993); en estos espacios de encuentroconversacional, el control coercitivo sobre lo afectivo y lo social se disocia en particularidadescognoscibles, aptas de ser resignificadas cuando se apuesta a la transformación a través de la autonomía ecológica. Ergo el análisis de dicho cambio permite entender que quien obtuvo el poder de dominar las formas y significantes del lenguaje (Padre-Estado-Castración-Perversión)contó con la posibilidad de transformar dinámicamente su realidad y la de otros, por medio dela institucionalización y legitimidad sociopolítica del conflicto (privación social, frustracióngeneralizada y castración participativa ) y la violencia (Bonanno, 2004)), condición que se instalaen las instituciones, como instrumento válido de control social. La clínica social entiende dichosdispositivos de eliminación e inspección biopolítica, como elementos propios de la relaciónviolenta del estado, lo que implica precisar que su operatividad y distribución colectiva, seorganiza por efecto de instancias de ajuste, es decir a modo de estrategias programadas histórica y culturalmente para alienar y suprimir al otro.
Cabe mencionar que el patriarcado se caracteriza por la autoridad de los hombres sobre lasmujeres e hijos, la ambición de poder para dominar la organización social, la producción,reproducción y consumo de bienes, servicios y afectos (controlados, categorizados, explícitos),además del ordenamiento Biopolítico, la organización sociocultural de la guerra y la legitimidaddel ejercicio de la muerte (Reguant, 2007). Por otra parte el matriarcado en su esenciamatristica representa per se, un sistema donde la mujer ejerce una función social de primerorden, indispensable para el desarrollo de la comunidad, estableciendo contactos con otrosnúcleos familiares, por lo que transmite el parentesco, fortalece la identidad y organiza eltrabajo disponiendo el cumplimiento de la ley (Gómez, 2008); para Morin (1995) la complejidades el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones y azares, queconstituyen el mundo fenoménico en el que se coexiste, así la clínica social en cuantodispositivo, rescata el sentido de la protección, sostén y seguridad matristica, generandonuevas y mejores formas de vivir la relación con el otro. En consecuencia la característicaprincipal de la clínica social, es la formación y reconstitución del tejido social (más que sureparación), la conexión dialógica ?colaborativa-interpretavia-(de)constructiva? entre familias,comunidades e instituciones estatales, como también la construcción de mejores lazos deafecto, sentidos sociales cooperativos, y la búsqueda de cierto plus liberador(mas allá delordenamiento social) que incluya la diferencia y lo no-homogéneo como elemento clave parapensar la homeostasis social. Cabe mencionar que lo patrístico de acuerdo a Maturana(1997),se enlaza a la búsqueda del poder y dominio absoluto, a través de la rivalidad, conductasdesafiantes u hostiles, demostración de la fuerza y exigencias de consumos que niegan lasensualidad estética y ubican la razón positivista sobre el sentir personal y comunitario; dichoesto el patriarcado propicia la competencia (principal elemento de exclusión del otro), la luchaen defensa de intereses socialmente construidos y la anulación simbólica e imaginaria del otro,regulando en contextos excluyentes las diferencias, mismas que se remedian condemostraciones violentas (armas), en las que prima el silenciamiento y la apropiación de la memoria histórica (Das, V. 2008).
De acuerdo con Dunker (2011, citado en Orejuela y col, 2012) ?el clínico es ante todo un lectorde signos que conforman el campo de una semiología, y organizan una diagnóstica como forma de justificar las escogencias de tratamientos? (p. 21), que más allá de la categorización delsíntoma, dan sentido a una clínica que es ante todo una posibilidad de entrar en contacto con elotro, poniendo en escena un andamiaje de contingencias sociales; esta definición concuerda conlo planteado en la clínica social, en la medida que la lectura dialógica de lo social, implica unencuentro comunitario donde personas y grupos, desde sus particularidades psicosociales,representan en su interacción con otros, las consecuencias bio-psico-somatolectas de losordenamientos políticos causantes de su malestar social. En este sentido la ambigüedad, eldesorden y la incertidumbre ante el mundo, representan los efectos de la complejidad de losmecanismos de dominación social, al tiempo que proponen la posibilidad de integrar dichodesorden al análisis complejo de la realidad que componen, en contraposición al determinismoabsoluto y la jerarquización de los afectos, las creencias y las vicisitudes irrefrenables de laconvivencia. Retomando lo matrístico, Maturana (1997) indica que es la aceptación del otro sincondiciones, es decir el establecimiento de una sensualidad estética con base en la superacióndel placer y colocada en la dinámica del plus que produce el encuentro con el otro, lo cual semanifiesta en el contacto físico y la caricia, condición básica de los componentes clínicoestéticos(Otero, 2011a; 2011c). La clínica social invita a desarrollar y fortalecer en lacomunidad las habilidades de colaboración, autogestión, empoderamiento, participación, yreparación, es decir posibilita resolver los conflictos en circuitos de conversación, donde prima el sentir sobre la objetivación del afecto o la categorización del padecimiento.
Lo anterior conlleva al estudio del efectos en el lenguaje y la forma de la vida, misma que paraMorin (1995) no se limita a una sustancia, porque es un fenómeno de auto-eco-organizaciónexcepcionalmente complejo, que se produce en la autonomía de los fenómenos antropo-sociales,así con el fin de confrontar lo entramado, la incertidumbre y la duda, se requiere distinguir sindesarticular, y asociar sin identificar o reducir los fenómenos sociales, tomando en cuenta quela comunidad y la sociedad son sistemas Autopoiéticos que deben resignificar(de)constructivamente sus funciones, a favor de la legitimidad de la participacióntransformadora de cada subsistema que lo compone, evitando la propagación de unaenfermedad social (Sánchez y Merino, 1989), que no se limita al cambio en las actividadesinstrumentales de la vida diaria, pues a modo de malestar generalizado, se adhiere al lenguajecomunitario y transfigura la comunicación, haciendo que al ser cada vez más mediática ydistante, genere condiciones deficitarias de salud mental, física y social, al tiempo que unainequidad en el acceso a los servicios de salud, inconformismo existencial, apatía política,individualismo, exclusión y señalamiento social cada vez mayor; dichos aspectos pueden serexaminados en su complejidad, bajo una lógica transdisciplinar, y se convierten en instanciaspropositivas al emerger en un territorio analítico, donde la clínica social se presenta en sus consideraciones ético-estéticas, como una alternativa liberadora de cambio político.
Proximidades desde la Praxis Social-Comunitaria
Es importante revisar en los estudios sociales las pautas interaccionales de lenguaje, quemedian las relaciones entre sujetos y comunidades, tomando en cuenta una posiciónmultiparadigmática y transdisciplinar que posibilite diferenciar, solidarizar y entender lossucesos sociales, como fenómenos complejos. Así comparativamente hablando, en el enfoquenaturalista las condiciones necesarias para validar un modelo explicativo de la realidad,incluyen dos premisas básicas: validez de contenido y validez predictiva (pruebas, entrevistas yevaluaciones), en consecuencia la clínica social no limita su praxis a ellas, pues rompe con elmodelo biomédico que estandariza y rotula al sujeto comunitario. Articulada desde unescenario crítico, la clínica social es una oportunidad (de)constructiva de la lógica Biopolíticade los fenómenos sociales contemporáneos, propios del devenir de sucesos interaccionales anivel comunitario. De suyo en los acercamientos dialecticos, más que una descripción deeventos posibles-cuantificables en el tiempo, se hace uso dela observación, los circuitosconversacionales, el pensamiento intuitivo o percepción implícita de la totalidad del problema, ydel pensamiento analítico como conciencia relativa de la información y de las operacionesinvolucradas (Bruner, 1972),a fin de favorecer un acercamiento crítico a la dinámica de loscambios biopolíticos, lo que permite la inclusión de lo contingente, como coyuntura inferencialde los sucesos mismos. Igualmente resulta importante entender, que la clínica social forma unplus de saberes interconectados, que se vinculan a la trama de dinámicas comunitarias, en lasque el lenguaje y sus diversas manifestaciones metamórficas, determinan el modo en que puedeser interpretada la realidad dada, surgida o emancipada por los sujetos y las comunidades. Laclínica social invita en gran medida, una reconceptualización del concepto de eficiencia en laintervención psicosocial, mismo que debe superar la medición estricta y porcentual propia delmodelo positivista, dirigiendo la mirada hacia una concepción de intervención, que proponga unaredefinición del quehacer del psicólogo en el ámbito social, al tiempo que la reconfiguración de sus practicas y sistemas ideológicos vinculantes.
Lo anterior indica que el desarrollo de una clínica de lo social incita el análisis transdisciplinarde la realidad (Otero, 2011; 2011b) a fin de aproximarse a nuevas perspectivas de análisis delfenómeno social, a través de las formas transicionales de pensar el malestar personal ycomunitario; en este sentido la aplicación de diseños multivariados en la intervención social,indica la necesidad de acercamiento a los aspectos relacionales de las comunalidades, condiciónque propone el análisis de las nuevas formas de cohesión, dinámica y vinculación familiar,puesto que los perfiles de familia son dinámicos y se transforman en función de lasinterrelaciones entre sus miembros, y la interdependencia del sistema. La clínica social acogedichos cambios como oportunidades de rompimiento de los ordenamientos biopolíticos quealteran los sentidos sociales de la convivencia en comunidad, llegando a plantear una reflexiónacerca del quehacer dela psicología social y comunitaria, desde una mirada crítica en la que seentiende lo clínico como una invitación a (de)construir el concepto de síntoma y de eficiencia, alternando lo conceptual-categórico con el emocionar (Maturana, 1997), en una dialéctica delafecto, que reúne lo nombrado-posible con lo sentido-inefable, pues en dicha posibilidad deencuentro se inscribe la des-categorización del sujeto-sujetado, lo que tiene un impactotransformador en el sentido que las personas y la comunidad le otorgan a su libertad. ParaMorin (1995) se debe tomar conciencia de la patología contemporánea del pensamiento, cuyapractica se centra en la hiper-simplificación que ciega a la complejidad de lo real, pues unaparte de lo real es irracionalizable, espacio en el que la racionalidad debe encontrarse con lo irracionalizable para develar el problema de la complejidad de los fenómenos sociales.
Lo clínico-patológico per se, se constituye en la representación corporal, del malestar personalcomo derivación irracionalizable del malestar social, condición que no es apreciable a simplevista, pues requiere la (de)construcción intersubjetiva de aquello que la comunidad denomina?dolencia, padecimiento e incluso, situación producto del destino?, por lo que la clínica social noes un dispositivo que reduzca lo inefable de una condición social, a la mera atención paliativa yasistencialista propia de la intervenciones Biopolíticas. En el campo social, el conocimiento de ladinámica comunitaria, se presenta como una necesidad científica y vital, por lo que se hacepreciso integrar el acceso que se tiene a la información histórica y sociocultural de los puebloshumanos, con dispositivos de análisis transdisciplinar, que articulan y organizan los contenidos yproductos del pensamiento social. La clínica social se interesa por el síntoma, pero a diferenciadel modelo positivista genera plus, al ir mas allá delo somatomorfo, permitiendo el abordaje delo que el modelo naturalista llama patología psicológica, y analizando la patología delpensamiento formal desde una perspectiva de inclusión social, equidad y legitimidad dellenguajear comunitario. Así, la opción de realizar una lectura de la realidad comunitaria, noindica que lo que acontece en ella sea una especie de ?libro abierto? a las descripciones delsentir individual o grupal, pero sí una acercamiento a la irrupciones de sentido y a losimaginarios sociales que componen la realidad vivencial de las agrupaciones humanas; dichoselementos viabilizan la proximidad a la subjetividad de las comunidades, a través de saberesalternativos que sirvan de elemento de desarrollo potencial de una ?psicoterapia del oprimido?(Moffat, A. 1977) en la que se integren los saberes populares y las dinámicas tradicionales,anexas al sentido que se le puede dar al tratamiento biopsicosocial del padecimiento, al optarpor una terapéutica en que se reúnan por efecto del sincretismo sociocultural y laglobalización, las circularidades dialógicas y (de)constructivas respecto al Biopoder, losrituales de sanación tradicional, las cosmogonías, todas experiencias cotidianas para hacer frente a lo contingente, y las practicas reflexivas familiares y social-comunitarias.
A Modo de Corolario
La practica de la clínica social conlleva a precisar tres categorías: el hecho social, el cual es deacuerdo a Durkheim (1895) un comportamiento o idea que se hace presente en un grupo social, la cual es compartida o no y respetada o no por sus miembros, por lo que en la comunidad se presenta a modo de evento (programado o no) que logra mover la dinámica relacional del grupo,al cambiar la configuración de los códigos del lenguaje con los que colectivamente se da cuentade los cambios sociales; asimismo el fenómeno social referencia todo comportamiento complejoy multicausal, cuya manifestación está sujeta a cambios intersubjetivos en un grupo o sociedad,consolidándose como una construcción de sentidos transformadores, mediante la interacciónsocial consciente, orientada al cambio así, el fenómeno social es transferido transgeneracionalmentea cada individuo, por medio de la comunicación y el lenguaje. Dicho así, elfenómeno social es una construcción histórica de sucesos que se mantienen, reformulan yconsolidan en el imaginario sociocultural de un colectivo, presentando la tendencia aadscribirse a dinámicas interculturales y movimientos sociales. Por otra parte el tercerelemento es la corriente social, la cual es externa al sujeto, y cuenta con la posibilidad dearrastrarlo a su dinámica transformadora, cada vez que intenta luchar contra ella (Durkheim,1895); cabe mencionar que en la clínica social desde un escenario crítico, la corriente socialpuede determinarse como aquel movimiento humano emergente, que surge de la manifestaciónfrente a ciertas prácticas biopoliticas, que atentan contra las estructuras tradicionales de lascomunidades, por lo que busca cambiar los sentidos explicativos y vitales de la ideologíadominante, además de los modos heteronómicos de comprender el orden social. La necesidadde ruptura paradigmática es parte de un proceso transformador de liberación social, en el quelas corrientes sociales deben separarse de los intereses Biopolíticos maniqueistas, quemanifiestan la operatividad antropo-social de los de discursos biopsicosociales que motivan dichas movilizaciones.
Los elementos generadores de una clínica social comunitaria como clínica liberadora, generanen sí mismos dinámicas aleatorias del lenguaje, en las que se fraguan las representaciones eimaginarios sociales, en una coacción de las subjetividades que a menudo son manipuladas porquienes a través del ejercicio político, instauran la participación social como argumento deconvencimiento inductivo. De suyo la clínica social se inserta en un momento históricodeterminado, afrontando de forma compleja las características sociales, económicas y políticasque generan las particularidades ideológicas, acerca de lo sano y lo enfermo, y aun cuando losmodelos de salud-enfermedad se superponen en cada una de sus capas, llegando a traslaparse eindiferenciarse en sus practicas de naturalización y objetivación de lo sintomático, laliberación se fragua en los circuitos de lo irracionalizable, es decir en lo inefable e irreparablede los objetos perdidos. Lo anterior implica que el alejamiento de la condición subjetiva ligadoal malestar individual y social, propio de los modelos biomédicos, actúa como elementoreforzador de las practicas Biopoliticas del estado y va en sentido opuesto a la éticacomunitaria de la intervención psicosocial; de suyo la intervención clínica social, prepara losprocesos (de)constructivos de las condiciones ideológicas, que instituyen la capacidadestructural del funcionamiento social, y las condiciones diacrónicas de los ordenamientospolíticos. Por ello el rol del psicólogo social desde una perspectiva clínica-social, parte de la acción critica al pensamiento mismo, cuestionando el control absoluto del hecho social por la vía coercitiva, y evitando que las acciones de hecho direccionen la transformación contingente aescenarios de guerra y anulación social. Dicho rol es pues, la oportunidad de proponerelementos clave que apuntalen y guíen la intervención, hacia un proceso dialógico y enconstrucción constante con la comunidad, mismo que debe direccionar la acción transformadora de las microestructuras sociales, hacia la innovación consensual de la actividad democrática.